Silencio, austeridad, oración y recogimiento. Son los cuatro ingredientes que hacen diferente la Procesión de Penitencia de Crevillent.
En la oscuridad de la noche, la impresionante imagen del Santísimo Cristo de Difuntos y Ánimas era procesionada por primera vez levantado, ya que en los últimos 25 años la imagen desfilaba tumbada.
«El Cristo va levantado, no va acostado como siempre» comentaban al unísono muchas voces entre el público que anoche se agolpaba por la estrechas calles del casco antiguo por las que pasaba la Processó del Sacs.
La impresionante e impactante imagen del Santísimo Cristo de Difuntos y Ánimas procesionaba «plantada» y no acostada como lo ha venido haciendo en los últimos veinticinco años, cumpliendo de esta forma, un deseo del que fuera director del Museo Mariano Benlliure y anterior propietario de la imagen, Álvaro Magro Magro. Las causas del cambio obedecen a las recomendaciones del restaurador José Vicente Bonete, quien tras restaurar a primeros de año la imagen que presentaba un brazo a punto desprenderse, recomendó para su seguridad «procesionarla de pie».
Esta circunstancia fue recogida por el párroco de Nuestra Señora de Belén, que es también consiliario de la Hermandad, el reverendo Miguel Riquelme, en su oración de ambientación. «Este año nuestro Cristo no va horizontal. Lo hemos alzado. El motivo inicial no ha sido estético. No lo hemos levantado porque quede más o menos hermoso, más o menos bonito. Está levantado porque los técnicos al analizar la situación de la imagen han detectado algunos deterioros y desperfectos causados por la posición en que era procesionada y han aconsejado que debe ir en su posición propia que es la vertical».
Al respecto, el sacerdote añadía que «el arte se debe respetar. El arte es expresión de lo mejor del hombre y atentar contra él es atentar contra lo mejor del hombre, contra su creatividad, contra su capacidad de generar belleza, contra su trabajo, contra la comunicación lograda de sentimientos profundamente humanos y religiosos. Dios quiere el respeto del arte. Pero si Dios quiere el respeto de una imagen con cuánto mayor fuerza no querrá el respeto de lo que esa imagen representa».
Después de la oración se iniciaba el cortejo procesional. Las calles a oscuras solamente iluminadas por las débiles llamas de las antorchas. El silencio de la noche, roto por el ronco sonar de las campanas de madera y los motetes ‘Himno a la Santa Cruz’, basado en un fragmento de Venantius Fortunatus del siglo VI con arreglos de Ramón Mas Soler y ‘Velum Templi’, de José Alberto Aznar, cantados por el Coro de Voces Graves de Crevillent.
Los penitentes vistiendo hábitos basados en los que usan los monjes del císter, precedían a la imagen del Cristo de Difuntos y ánimas que de pie y en una parihuelas especiales, captaba la atención del público. Así se hicieron realidad las palabras del propio Jesús, recogidas en el Evangelio de San Juan: «Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mi».
Emotivo fue el paso del Cristo por la estrella calle San Francisco para enlazar con Peine, donde la pericia de los hermanos que portaban la imagen evitó que rozara en las paredes.
La Procesión finalizaba en la Plaza de la Constitución, con una oración por todos los difuntos crevillentinos y por el 450 Aniversario de la Diócesis, siguiendo las orientaciones del Obispado Orihuela-Alicante y de la Junta Diocesana de Cofradías y Hermandades.